Cape Epic (MTB). La Resurrección. Día 6

26 Marzo 2010
6ª Etapa:

Worcester - Oak Valley  (123km / 2240m)


Este día afrontábamos la etapa más dura de la Cape Epic. A pesar de las buenas sensaciones del día anterior, recuerdo que salimos con tranquilidad, pues aún tenía demasiado fresco el descalabro en la tercera etapa y aún no estaba en condiciones de saber si lo de la contrarreloj iba a tener continuidad o se iba a quedar en una anécdota. Por si acaso, volví a salir tirando yo y al cabo de unos kilómetros empecé a comprobar con gran satisfacción que seguía estando perfecto.


Empecé a marcar un ritmo estupendo y J.L. me hizo ver que habíamos dejado atrás a la gente que componía nuestro grupo en la salida y estábamos dando caza a los del grupo que salieron antes que nosotros que, al contrario que en la contrarreloj, estaban mejor clasificados. Empecé a contagiarme del espíritu competitivo de J.L. y en los avituallamientos parábamos lo justo. Yo me comía un plátano en cada uno y bebía agua del que traía desde el campamento. "Meadita" rápida y a seguir a toda pastilla. Por otro lado, nuestra sincronización como equipo empezó a funcionar realmente bien. Viendo que me encontraba pletórico, J.L. daba rienda suelta a su "instinto asesino" y empezaba a tirar cuando lo estimaba conveniente, a sabiendas de que estaba con él.

En las zonas más técnicas, le daba relevos y pasaba yo delante. En esta etapa y en la siguiente, afrontamos larguísimas subidas en las que J.L. se destacaba, pero nunca tenía que esperarme mucho, pues yo subía realmente bien. Del mismo modo, en las bajadas J.L. ya no se separaba tanto de mi, pues entre que cambió sus neumáticos por otros más anchos y que empezó a tener más confianza en las bajadas, mejoró mucho en este aspecto. Todo eran buenas sensaciones y el remate llegó en la parte final de la etapa. La organización había preparado unos últimos kilómetros espectaculares donde se alternaban zonas rápidas pero con muchas curvas, con otras zonas entre árboles, haciedo "slalom" entre ellos, llenas de repechos cortos "rompepiernas" y con infinidad de cerradas curvas entre los árboles que eran un gustazo de trazar a toda velocidad. Eso sí, no me quiero imaginar el suplicio que habría sido llegar a esa zona escasos de fuerzas...

Nosotros nos encontrábamos perfectamente e hice lo que no había hecho nunca: empecé a atacar en los kilómetros finales a un ritmo increíble. J.L. me seguía a toda pastilla. La sensación de ir pasando gente después de más de 100 durísimos kilómetros y ver que estás por encima de ellos es alucinante. Logramos pasar a mucha gente y volvimos a entrar eufóricos por línea de meta. Cuando más tarde vimos las clasificaciones, comprobamos que hoy también habíamos mejorado mucho. Estaba claro, había un antes y un después desde la contrareloj.

Releyendo lo que he escrito de esta etapa, parece que fue un paseo de niños y que no fue para tanto: nada más lejos de la realidad. No hubo ninguna etapa accesible. Todas eran muy duras y J.L. y yo las comparamos con una prueba que los dos conocemos muy bien, "Los Diez Mil del Soplao". Pues bien, dejando aparte la contrareloj, excepto la cuarta y la última etapa todas nos parecieron más duras que El Soplao. Es más: había dos catalanes que llevaban camisetas de la Titán Desert en Marruecos, otra prueba dura donde las haya. Les pedimos que las comparasen. Según sus propias palabras, "la Cape Epic es como dos veces y media más dura que la Titán Desert".

David.

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